“RECORDANDO A LOS VALORES DE NUESTRA CIUDAD” Autor: El Viajero

* DRA. MA. SOLEDAD GARCÍA GUERRERO UNA JOVEN INTELIGENTE Y VALEROSA DE SU TIEMPO

“El eco se multiplica en la distancia como un coro de voces, luego se pierde en el silencio y en la lejanía”.

En el diario devenir de nuestra existencia principiar de cero, de la nada, bajo vientos, tormentas y tempestades, hacer vereda, camino y carretera requiere de un gran esfuerzo, riesgos, sacrificios y privaciones; por eso es cierto lo que dicen: si las cosas que valen la pena se hicieran fácilmente cualesquiera las haría.

La vida en si es un proyecto que realizar, un trayecto que caminar y un destino que descifrar; nuestra vida, nuestra apreciable e invaluable vida es una misión que cumplir aquí en la tierra; por ello debe de ser como agua cristalina de un arroyo que va desrizándose y dilatándose por las verdes praderas aromadas, tocando diferentes laderas en su trayecto y no como agua de pantano turbia y enlamada donde hasta las plantas más frondosas y espigadas languidecen y mueren.

Hoy al echarle una ojeada al infinito nos devuelve la seguridad y confianza en nosotros mismos de que aún hay grandeza y valor en esta vida y de que no hay nada lo verdaderamente grande y difícil para que no le podamos hacer frente y como prueba un desafío.

La vida es de elecciones y de actitudes siempre positivas. La Dra. Ma. Soledad García Guerrero vivió su niñez y arte de su adolescencia en nuestra ciudad y al término de la secundaria en la generación 1954 – 1957 y gracias a su ahínco, tesón y capacidad se mantuvo en un alto nivel de aprovechamiento educativo; esto hizo que siendo una jovencita se fue a la ciudad de México para continuar su preparación en la UNAM donde estudio en la facultad de Medicina, regresando con el paso de los años y conservando siempre su forma personal de ser y hacer su servicio social en el Centro de Salud, antes Hospital Ejidal.

También es necesario y oportuno hacer mención de otros jóvenes destacados de ese tiempo: Odilia Alanís Treviño, Guadalupe Gerónimo Cano Cano, Amador Mota Fabela, Narciso Rivera y Gregorio Hernández Tapia, sin considerar la cronología y disculparme por alguna omisión involuntaria sobre lo anterior.

Muchos destacaron posteriormente en el campo universitario y magisterial, y algunos siguen trabajando siendo excelentes profesionistas y otros desarrollando diversas actividades, pero siempre llevando una forma honesta de vivir, que es también lo valorativo del ser humano.

La Dra. García Guerrero ejerció su profesión por algún tiempo, pero su inquietud de saber y aprender más la llevo nuevamente a la ciudad de México para iniciarse en la especialización de ginecología, dando ejemplo de talento y osadía por su condición de mujer y grandeza de espíritu.

Fue una profesionista íntegra, de sentimientos y valores imponderables; con deberes y responsabilidades de alto nivel a toda prueba y con el afán siempre presente de superación profesional personal, cualidades estas que nos hacen recordarla con afecto y admiración, porque con sus acciones determinativas trascendieron la esfera de lo común.

Desafortunadamente para Soledad, aún muy joven, el reloj dejó de señalar el tiempo y el calendario los días para poner punto final a su vida, dejando gran desconsuelo entre sus padres y familiares y dejando también tras sí un cúmulo de bellas y maravillosas reminiscencias en su diario acontecer; para rendir tributo a la madre tierra, porque el supremo creador así lo quiso y así lo determinó; pero de todas maneras debes de sentirte orgullosa y feliz; porque cumpliste y cumpliste más que bien con tu encomienda aquí en la tierra y sobre todo porque te realizaste con tus ideales juveniles que añoraste, superando todos los contratiempos que se presentaron. Donde quiera que estés y donde quiera que te encuentres estoy plenamente seguro que debes sentirte orgullosa por lo que fuiste, satisfecha por lo que hiciste, pero no de haber vivido el tiempo breve que viviste.

La Dra. Ma. Soledad García Guerrero probablemente ni debe de andar lejos ni tan siquiera cerca, porque se siente su presencia.

Después del tiempo que pasó; posiblemente sigue flotando y campeando espiritualmente en el ambiente estudiantil los patios de su inolvidable escuela secundaria que fue la brújula rectora de su camino; por ello debe ser como un paradigma de la mujer de Vallehermoséense y un ejemplo para los jóvenes de hoy, mañana y siempre.

Por lo anterior yo le apuesto a la vida por que bien vale la pena vivirla cuando se le encuentra sentido, le apuesto a la vida porque no es resaca, laguna, mucho menos cenotes de aguas estancadas, y apuesto a la vida por todos sus infortunios, penurias y contrariedades, que interfieren en nuestro camino y que nos ayudan a encontrar la difícil resignación por todo lo que sucede y que nos ayuda al fortalecimiento de nuestro carácter y espíritu, para seguir adelante, siempre adelante con fe y esperanza renovadas.

Por: Rubén García Torres.